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Reflexión Laica por Sydney Maltese

Reflexión Laica por Sydney Maltese

¿Existe la obligación de amar a los demás? ¿Se aplica solo a quienes se llaman a sí mismos religiosos? ¿O es un mandato esencial que es la base de la sociedad humana? Sydney Maltese, uno de los laicos que escribe y habla a la comunidad de la Iglesia Católica de Santa María en Seattle, reflexiona sobre esta pregunta, especialmente cuando nuestra nación interactúa con los inmigrantes que están entre nosotros y los que buscan asilo. Ella una ex Voluntaria Jesuita y canta en el coro de Saint Mary’s. Durante el día, es una abogada legal del Proyecto de Derechos de los Inmigrantes del Noroeste y, por las noches, ella participa en el teatro local.

Por Sydney Maltese, Ministerio Laico en la Iglesia Santa María en Seattle

Hay tan poco en los textos sagrados que sea sencillo. Cuanta suerte tengo entonces de que hoy pueda reflexionar sobre la declaración más concisa de Jesús – amaras a Dios con todas tus fuerzas y amaras a tu prójimo como a ti mismo. Siempre he sentido que Jesús juega un poquito aquí al juntar dos imperativos en uno de los “más grandes mandamiento/el primero de todos los mandamientos”. Pero si entendemos que Dios es Dios dentro de nosotros (y de hecho lo es), entonces podremos entender la interconexión de estas dos explicaciones. Si Dios está en nosotros y nosotros amamos a Dios con todas nuestras fuerzas, entonces nos amamos a nosotros mismos con todas nuestras fuerzas  y si amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, también los amamos con todas nuestras fuerzas.

Amar con todas nuestras fuerzas. No creo que tenga nada nuevo que decir acerca de esto, pero si creo que la fuerza es un calificativo gracioso para aplicar al amor – no hablamos a menudo de un amor fuerte en el idioma Ingles, aunque la fuerza en otros aspectos tiene gran valor en nuestra sociedad patriarcal. Solo tengo mi propia experiencia cuando se refiere a lo que Jesús quiso decir con esto. Amar con todas nuestras fuerzas. Cuando realmente asociamos la fuerza con el amor? Pensé en esto por un tiempo. Y luego pensé en el lugar de la creación  en el que más frecuentemente había visto que la fuerza y el amor se juntan. En las madres. En la maternidad, más que en ningún otro lugar, entiendo que el amor es un verbo activo, es un ejercicio riguroso, requiere fuerza y fortaleza emocional, física y psicológica tal vez más que cualquier otra actividad. Las madres nos enseñan que el amor no es complaciente. El amor no es inactivo.

En mi trabajo he tenido el gran privilegio de observar de primera mano la fuerza y la fortaleza del amor maternal. El verano pasado fui parte de un equipo que respondió a la crisis humanitaria creada por nuestro gobierno cuando separaron  por la fuerza a los padres solicitantes de asilo de sus hijos y transfirieron a los padres a las cárceles de todo el país, incluidos más de 50 padres enviados de instalaciones en Texas una prisión federal en SeaTac y a la prisión de inmigración en Tacoma. Sus hijos fueron entonces dispersados por todo el país, en sistemas de acogida de familias y en hogares grupales tan lejanos como Florida y Nueva York. Durante semanas, estos padres fueron transferidos de prisión a prisión, sin que les informaran a donde estaban sus hijos, Tal vez sea bajo presión que la fuerza física del amor – en particular el amor de una madre – es más visible. Hablé por teléfono y luego en persona con una madre cuyo hijo estaba recluido en Nueva York, en un hogar de acogida de familias, donde a ella no se le permitía contactarlo. Realmente no tengo palabras para mis conversaciones con ella, excepto para decir que la fuerza, la fortaleza de su amor por su hijo fue tangible, palpable, frenética y temible a la vista.

Fue esta misma fuerza temible de amor maternal la cual atrajo innumerables voluntarios, muchos de ellos mujeres, dispuestas a arriesgar sus vidas y sus cuerpos y su tiempo porque sabían lo que estas madres separadas estaban experimentando – muchas de estas voluntarias eran madres. Ellas entendían personalmente la fuerza del amor de una madre, la profunda y conmovedora pena causada cuando este vínculo universal es manipulado. Vi como una abogada, una madre, entraba en el centro de detención federal y luchaba implacablemente hasta que liberaron a la madre con quien yo hablé por teléfono y su hijo regresó con ella. También me sorprendió que una madre de Edmonds, Julia, se sintiera obligada por la fuerza de su amor a actuar durante esta crisis. Cuando se dio cuenta de que habían solicitantes de asilo de tan solo 18 años en la prisión federal de SeaTac, sin familia ni conexiones en los Estados Unidos y por lo tanto era poco probable que se les concediera la fianza, ella dejó su propio nombre como patrocinadora para pedirle un permiso al juez de inmigración para la liberación de una niña de 18 años, la llamaremos Juana, por el bien de esta historia. Julia preparó una habitación en su casa para la joven Juana, hizo los preparativos para inscribirla en una escuela secundaria, tenía ropa lista y otras necesidades, reunió el dinero para pagar la fianza de Juana. Julia estaba lista para adoptar a esta joven en su corazón, porque la fuerza del amor de madre transciende de esta manera. De manera devastadora, el juez de inmigración negó a Juana una fianza y ella permanece encarcelada en Tacoma hoy. Juana ha estado en prisión por casi seis meses, pasando la mitad de sus 18 años tras las rejas por ninguna ofensa criminal. Juana le dijo a Julia ya que no puede soportar estar encerrada y que está dispuesta a abandonar su solicitud de asilo y regresar a una situación peligrosa y abusiva en Honduras si eso significa que pueda salir de la cárcel. Juana es una de las muchas en  una situación similar con las que he hablado . Cuando hablo con ellas, la angustia de ambas mujeres es tangible. Pero Julia ama de todos modos, aun mas ante la devastación y ella continua visitando a Juana. Creo que es un amor como el de María al pie de la cruz. Cuanta fuerza esto debe de requerir. Ciertamente es amar con todas sus fuerzas.

Jesús dice que este amor activo vale más que todos los holocaustos y sacrificios. El verbo activo amar  vale más que cualquier gesto, cualquier ritual destinado a darle significado. Es la acción misma en la que Jesús está interesado, no los gestos que representan la acción.  Una cosa es decir que amas a los pobres o a los marginados o a los oprimidos. Es totalmente otra cosa actuar en este amor. Como la acción de amar se ve en nuestro país? Para mí, se parece al amor de una madre, luchando sin descanso por un hijo perdido. Cuando hacemos esto, Jesús dice,  cuando vivimos este amor radical y activo por Dios, por nosotros mismos y por nuestros vecinos, no estamos lejos del reino de Dios.